Poetas cabreados

Poetas muy cabreados con Platón

A principios de los noventa, Joaquín Lobato comenzó una serie de dibujos que denominó Poetas muy cabreados con Platón.
Representaban generalmente a unas figuras de corte clásico, casi siempre con barbas y cabellos enmarañados y en una actitud que podía ir del estupor al enfado pasando por la serenidad en el semblante.
Tenían su origen en el Libro X de “La República” en el que Platón propone expulsar de la ciudad a los poetas, ya que son, según sus palabras:

“…Imitadores de fantasmas sin llegar jamás a la realidad”

Joaquín está más cerca de la postura de María Zambrano que define al poeta como el ser que rescata el conocimiento para traerlo al resto de los mortales, por eso se enfada con Platón y presenta como en un juego, del que tan aficionado era, a los Poetas muy cabreados con Platón.
Llegó incluso a pensar, medio en serio, medio en broma, constituir una “Asociación de poetas muy cabreados con Platón” y contaba que tenía ya algunos candidatos a ser socios de la misma.
Conociendo a Joaquín, no es de extrañar esta postura.
Para él, que se consideraba ante todo poeta, la poesía era lo más importante en la vida de la humanidad y esta forma de rechazar el pensamiento de Platón, con relación al papel que la poesía debe cumplir en la sociedad, en la República, era una toma de postura comprometida, aunque dulcificada por su carácter juguetón que le llevaba a vivir en realidades diferentes a las cotidianas.
“Los poetas muy cabreados con Platón” eran otro más de sus “Paraísos artificiales”, como podían serlo también el París de la “Belle Époque”, o el “Quattrocento” italiano en el que se codeaba con el “Perugino”
Juegos y paraísos artificiales que no le alejan ni un ápice de la defensa de sus posturas, como persona y de la lucha por su dignidad, como poeta.
Son juegos, pero son muy serios y son artificiales sus paraísos pero son los que le hacen trascender lo cotidiano para convertirlo en arte eterno.
En épocas como la que vivimos, en una República gobernada por el pragmatismo y la productividad, donde los intereses económicos y el individualismo son los que adquieren mayor relevancia, estos “Poetas muy cabreados con Platón” son una bocanada de aire fresco en una atmósfera contaminada; un revulsivo en una situación de inmovilidad. Un juego comprometido en el que se defiende la esencia del Arte y de la razón humana. La creación. Visualiza galería de muestra